Las competencias digitales en el centro del programa estratégico de la Década Digital para 2030
Finalizamos el año hablando de las competencias digitales, antes opcionales y ahora esenciales dada la importancia transversal que en las últimas décadas han ido cobrando las nuevas tecnologías en nuestra vida diaria.
Después de más de dos años de la Comunicación del 9 de marzo de 2021, titulada «Brújula Digital 2030: el enfoque de Europa para la Década Digital» (también denominada “Comunicación sobre la Brújula Digital”) – donde la Comisión Europea expuso su visión para 2030, consistente en capacitar a los ciudadanos y las empresas a través de la transformación digital de la economía y la sociedad[1]-, ha entrado en vigor el Programa estratégico de la Década Digital[2], un mecanismo de seguimiento y cooperación para lograr los objetivos comunes para la transformación digital de la Unión Europea, con vistas a 2030.
Precisamente, partiendo de la base que el nivel de participación de las personas es esencial para la consecución de las metas digitales planteadas, las competencias digitales deben ser desarrolladas a través de políticas públicas que sean capaces de diferenciar las necesidades formativas tanto de la ciudadanía -en general y por edades- como de los diferentes profesionales, del sector público y del privado. Sin duda se trata de un “cambio de paradigma en materia de capacidades” (también las digitales), que ya en 2020 la propia Comisión Europea recogía en la Agenda de Capacidades Europea para la competitividad sostenible, la equidad social y la resiliencia[3].
Además del análisis del nivel de competencias digitales en el ámbito europeo y nacional (The Digital Economy and Society Index (DESI 2022)[4] y por Comunidades Autónomas (Instituto Nacional de Estadísticas), si queremos plantear de forma efectiva y eficiente un aumento cualitativo y cuantitativo en esta materia -es decir, tener una mayor cantidad de ciudadanos digitalmente competentes (mínimo de 80% de la población entre 16 y 74 años con competencias digitales básicas) ,a la par que un incremento de profesionales altamente cualificado para responder a las necesidades del mercado laboral actual y futuro (20 millones de especialistas en TIC)- debemos diferenciar las competencias básicas de las avanzadas.
Las competencias digitales básicas conforman la habilidad para realizar, por medios digitales, al menos una actividad relacionada con la información, la comunicación y la colaboración, la creación de contenidos, la seguridad y los datos personales y la resolución de problemas, de acuerdo con el Marco Europeo de Competencias Digitales para la Ciudadanía (DigComp). Mientras que las capacidades digitales avanzadas, son aquellas capacidades y competencias profesionales que exigen los conocimientos y la experiencia necesarios para entender, diseñar, desarrollar, gestionar, ensayar, implantar, utilizar y mantener las tecnologías, los productos y los servicios digitales.
Para lograr este objetivo y “bajar a la realidad” la forma en que se debe plantear la consecución de las metas propuestas antes señaladas, debemos distinguir tres factores clave que denominaremos “FIC”:
1.- Formación: Debe prestarse especial atención a la educación, a fin de garantizar que la comunidad educativa (en todos los niveles educativos) esté adecuadamente formada, capacitada y equipada para utilizar eficazmente la tecnología en sus métodos pedagógicos y que el profesorado sea capaz de enseñar tecnologías digitales, con vistas a garantizar que los estudiantes estén mejor preparados para incorporarse al mercado laboral a corto y largo plazo. Hablamos de la formación a lo largo de la vida, con mayor o menor sistematización, de acuerdo a las necesidades individuales y grupales.
2.- Inversión: Cuántas veces hemos escuchado que invertir en educación nos lleva al crecimiento y al desarrollo. En la sociedad actual no hay mejor inversión que la promoción de las capacidades y competencias para la vida como para el mercado laboral.
Destinar recursos a la promoción para la implantación y el uso de las capacidades digitales con vistas a reducir la brecha digital geográfica y otorgar acceso a las tecnologías y datos digitales en condiciones abiertas, accesibles y justas tiene dos finalidades claras: por un lado, otorgar mayores herramientas a los ciudadanos (especialistas o no en la materia) para su desarrollo personal y profesional así como mantener la competitividad en sectores estratégicos y, por el otro, lograr un alto nivel de intensidad e innovación digitales tanto en las Administraciones Públicas como en las empresas de la Unión Europea, a la par que descubrir y aprovechar las nuevas oportunidades de desarrollo tecnológico (especialmente las tecnologías emergentes) en el marco de los servicios digitales.
3.- Control: Es esencial contar con sistema de seguimiento mejorado para detectar lagunas en las capacidades digitales estratégicas de la Unión. En concreto, el Informe sobre la Década Digital deberá reflejar el grado de efectividad con que los objetivos generales del Programa estratégico se han aplicado en políticas, medidas o acciones, así como sobre los avances hacia la consecución de las metas digitales, detallando el grado de avance de la Unión en relación con las trayectorias previstas para cada meta, la evaluación de los esfuerzos necesarios para lograr cada meta —incluido todo déficit de inversión en capacidades digitales e innovación— y haciendo hincapié en las acciones necesarias para aumentar la soberanía digital de manera abierta. “El informe también debe incluir una evaluación de la aplicación de las propuestas de regulación pertinentes y una evaluación de las acciones emprendidas a escala de la Unión y de los Estados miembros”[5]. Siendo del todo necesario el control del gasto público destinado a la formación y promoción de las competencias digitales.
Una transformación digital basada únicamente en la tecnología no es sostenible, ni disruptiva ni duradera; son las personas digitalmente competentes que aplican dichas tecnologías y los beneficios que dicha aplicación aporta, la razón de ser de la digitalización. No debemos perderlo de vista en este 2023 que comienza.
[1] Se requiere una transformación digital que abarque la soberanía digital de manera abierta, el respeto de los derechos fundamentales, el Estado de Derecho y la democracia, la inclusión, la accesibilidad, la igualdad, la sostenibilidad, la resiliencia, la seguridad, la mejora de la calidad de vida, la disponibilidad de los servicios y el respeto de los derechos y aspiraciones de los ciudadanos.
[2] DECISIÓN (UE) 2022/2481 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO de 14 de diciembre de 2022 por la que se establece el programa estratégico de la Década Digital para 2030. DOL 323/4, de 19.12.2022 https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:32022D2481&from=EN
[3] Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones. Agenda de Capacidades Europea para la competitividad sostenible, la equidad social y la resiliencia COM (2020) 274 final. Bruselas 1.7.2020. https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:52020DC0274&qid=1673341393186&from=EN
[4]The Digital EConomy and Society Index (DESI 2022). https://digital-strategy.ec.europa.eu/en/policies/desi
[5]Programa estratégico de la Década Digital (27) https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:32022D2481&from=EN