Competencias digitales: cuando lo importante son las personas
¿Qué tan importantes son las nuevas tecnologías en vuestras vidas?
¿Cuántas horas pasáis sin un dispositivo electrónico en la mano?
¿Seríais capaces de trabajar, estudiar, comprar, informaros, o relacionaros con vuestros amigos sin usar tecnologías digitales?
Os planteo estas preguntas, tal como lo hago con mis alumnos de la asignatura Derecho de las Telecomunicaciones y de las Nuevas Tecnologías.
Es cierto que quienes responden a la misma son, al decir de Marc Prensky (2001), “nativos digitales”[1], es decir que han crecido en la era digital, que tienen una habilidad innata del lenguaje y del entorno digital (juegos por ordenador, vídeo e Internet) y han ido adquiriendo habilidades digitales en su vida cotidiana, en lugar de haberlas adquirido ya de adulto -en cursos específicos de formación o frente a las propios requerimientos laborales o profesionales- como nos ha pasado a quienes hemos nacido después del año 1995″.
Los datos reflejan esa realidad. Según el Sistema Estatal de Indicadores de Educación (SEIE)[2], publicados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional el pasado mes de junio, en 2021 el porcentaje de jóvenes españoles entre 16 y 24 años con, al menos, competencias digitales básicas era del 84,8%, una cifra 14 puntos por encima de la media europea, que se situó en el 71%. Y, teniendo en cuenta a toda la población adulta, de 16 a 74 años, el 64,2% de los españoles tiene habilidades digitales, con un porcentaje algo más elevado entre los hombres (65,7%) que entre las mujeres (62,6%), superando en más de 10 puntos a la media europea (54%) y cuatro puntos por encima del porcentaje de 2020 (60,2%).
¿Cuáles serían esas competencias digitales básicas?
De acuerdo con la Recomendación 2006/962/CE del Parlamento Europeo y del Consejo sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente, las competencias digitales básicas son aquellas que permiten aprovechar la riqueza de las posibilidades asociadas a las tecnologías digitales[3]. Es decir, competencias que les permitan buscar y seleccionar información en bases de datos, crear e intercambiar contenidos digitales, comunicar y colaborar en entornos virtuales seguros, dar solución a los problemas con miras a alcanzar un desarrollo eficaz y creativo en todos los aspectos de vida[4].
Con sus luces y sus sombras, esa conexión con el mundo digital, acerca a los jóvenes a lo que hoy demanda el mercado laboral y a las posibilidades que les brinda la economía digital. Tanto el sector público como el privado llevan décadas transformándose digitalmente; y estos procesos, que suponen un cambio estructural, funcional y cultural en las organizaciones, nunca deben hacerse de espaldas a quienes son el verdadero motor del cambio, las personas. Porque, aunque la tecnología pueda impulsar la transformación digital, son las personas las que respaldan y sostienen la digitalización de una organización.
Y precisamente porque las personas deberían ser lo importante, el gran desafío en la sociedad actual es que no nos centremos sólo en qué competencias tienen sino en el cómo las desarrollan y aplican. Es decir, en qué medida los jóvenes utilizan las tecnologías digitales de forma segura, consciente, responsable y ética, más allá de poseer – técnicamente hablando- competencias digitales básicas, intermedias o avanzadas.
En definitiva, hablamos de que nadie puede ser digitalmente competente si no es solidario y respetuoso con los demás. La educación en valores, también en el mundo virtual, contribuirá a que tengan capacidad para actuar como verdaderos instrumentos que, desde el compromiso y la responsabilidad, ayuden a crear una sociedad digital mejor.
[1] PRENSY, M. Nativos e Inmigrantes Digitales. Cuadernos SEK 2.0. Institución Educativa SEK.
[2] Instituto Nacional de Evaluación Educativa. Sistema Estatal de Indicadores de Educación 2022.
[3] El Parlamento Europeo y el Consejo, definieron la competencia digital como “aquella competencia que entraña el uso seguro y crítico de las tecnologías de la sociedad de la información para el trabajo, el ocio y la comunicación”.
[4] De acuerdo con el Marco Europeo de Competencias Digitales (DigComp) las 5 áreas clave son la alfabetización en información y datos, la comunicación y colaboración, la creación de contenido digital, la seguridad y la resolución de problemas.