Y tú ¿confías en Internet?
Dicen que la confianza es la base de las relaciones humanas. Las relaciones interpersonales se construyen a partir de esa mutua confianza: nosotros podemos confiar en los demás y los demás pueden confiar en nosotros. Y este nivel de credibilidad y respeto se aplica también a los entornos digitales, adquiriendo inclusive una importancia mayor en los tiempos actuales donde la transformación digital de las organizaciones públicas y privadas está a la orden del día.
Recientemente ObservaCIBER publicaba un nuevo Informe de los indicadores sobre la confianza y la ciberseguridad en España y en la Unión Europea. Uno de los mejores datos es que España es el cuarto país del que exhibe un mayor compromiso con la ciberseguridad (por detrás de Estados Unidos, Reino Unido y Arabia Saudí) y el segundo de la UE27, por detrás de Estonia. No obstante, hablando de confianza, dos de cada cinco ciudadanos tienen poca o ninguna confianza en Internet, incrementándose en 8,4 puntos en el último año.
Pero como todo en la vida, podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío. Es decir que podemos enfocarnos en que un 37,9% no confía en Internet, o bien ponderar que el 55,3% y el 4,2% tienen mucha y bastante confianza, respectivamente. Estas cifras llaman la atención si tenemos en cuenta que, según el Instituto Nacional de Estadística, en el año 2020 en España, el 93,2% de la población de 16 a 74 años utilizó Internet en los últimos tres meses, 2,5 puntos más que en 2019, lo que su supone un total de 32,8 millones de usuarios. Lo cual significa que hay una importante cantidad de ciudadanos que navegan en internet sin la suficiente y necesaria confianza para aprovechar todo el potencial que nos ofrece.
Frente a estos datos, lo primero que hay que hacer es analizar es cuáles son las causas que han generado esa falta de confianza en internet y cuáles son las consecuencias de la desconfianza de la ciudadanía en los entornos digitales.
La desconfianza surge cuando se rompe la seguridad (contraseñas y acceso a dispositivos), cuando nos estafan, cuando hay incumplimientos, falta de transparencia y claridad en las cláusulas o condiciones que cimientan una relación; situaciones que se potencian si hablamos de escenarios virtuales. En ese sentido debemos destacar tres datos importantes que recoge el mencionado informe:
- El 28% de la población española sufrió algún incidente de ciberseguridad en 2019 frente a la media europea que ronda el 34%.
- El 18% de la ciudadanía española y el 26% de la europea sufrieron la recepción de mensajes fraudulentos (phishing)
- Otro incidente destacable es la de ser redirigido a páginas web falsas que solicitan información personal (pharming). En España afectó al 17%, por encima del 13% de la media de la UE.
- En 2020, el 8% de la población española que accedió a Internet a través del móvil declaró pérdida de datos como consecuencia de un virus, por encima del 4% de la europea.
Por tanto, las consecuencias han sido no solo la sustracción de datos personales y de información importante y valiosa para las personas, las empresas y los gobiernos sino también las pérdidas económicas que ello ha supuesto, las cuales han generado:
- Que en España, el 16% de las personas y en la Unión Europea el 6%, declararan que no realizan compras on-line debido a la preocupación por la privacidad o seguridad en el pago por Internet.
- Que en 2020, en España el 19% y en Europa el 14% de quienes tuvieron la necesidad de enviar algún formulario y no lo hicieron, señalando como motivo su preocupación por la protección y la seguridad de sus datos personales. Afectando negativamente, como no podía ser de otra manera, al desarrollo de la administración electrónica.
Entonces, conociendo las causas y el impacto que supone la desconfianza de la ciudadanía en Internet, urge plantear y desarrollar acciones que incrementen los niveles de confianza en la sociedad digital actual. Por un lado, impulsar medidas que refuercen la seguridad en las redes y, por el otro, incrementar el número de ciudadanos digitalmente competentes.
A nivel nacional, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, al igual que la Agenda España Digital 2025, incorporan medidas que buscan reforzar la capacidad española en ciberseguridad. Y otro tanto ocurre con el Plan Nacional de Competencias digitales que, teniendo en cuenta que el 43% de la población española carece de competencias digitales y que un 8% jamás ha utilizado Internet, propone como líneas de actuación la capacitación digital de la ciudadanía, la digitalización de la Educación y desarrollo de las competencias digitales para el aprendizaje en la Educación, la formación en competencias digitales a lo largo de la vida y de las personas al servicio de las Administraciones Públicas, el desarrollo de competencias digitales para PYMEs y el fomento de especialistas TIC.
Queda esperar a ver y comprobar si estas políticas se cristalizan en medidas concretas que realmente lleguen a la ciudadanía y repercutan en la sociedad a corto y medio plazo.
Y tú… ¿Confías en Internet?