España en el contexto de la digitalización mundial
Durante los últimos meses del año y los primeros del siguiente suelen publicarse los informes sectoriales, a los que se da gran difusión en los medios de comunicación. Precisamente, los datos que arrojan vienen a confirmar o no el diagnóstico que los expertos han ido realizando mes a mes durante el desarrollo y la ejecución de políticas públicas vinculadas con la aplicación de las nuevas tecnologías.
Es cierto que la fiabilidad de los datos y la rigurosidad de su análisis es un factor determinante para que esos informes puedan ser utilizados a la hora de evaluar la eficacia de las medidas adoptadas en cada contexto y, en su caso, reformular las mejoras necesarias para lograr los objetivos propuestos.
No es menos cierto que, al analizar los informes mundiales, nos suscita la inquietud por conocer cuál es la posición que ocupa España, tanto en el panorama europeo como mundial.
Este año no ha sido menos y somos muchos los que esperamos con cierta expectativa los Informes vinculados al impacto que ha supuesto la gestión de la situación económica y social de los diferentes países frente al coronavirus.
A finales de 2020 hemos conocido el Índice Multidimensional del Grado de Digitalización en el Mundo (DiGiX de BBVA, 2020) y, de los 100 países seleccionados, el liderazgo por regiones recae en los siguientes: Dinamarca con 100 puntos (Europa), Estados Unidos con 92 (América del Norte), Hong Kong con 97 (Asia), Chile con 58 (América Latina), Emiratos Árabes (Oriente Próximo) y Mauricio (África). Teniendo en cuenta hasta 19 indicadores, agrupados en seis dimensiones distintas -que a su vez representan tres pilares fundamentales como el suministro (infraestructura y costes), la demanda (adopción de medios digitales por parte de usuarios, Gobiernos y empresas) y el ambiente institucional (regulación)-, España ha obtenido 62 puntos (sobre 100), por debajo de Países Bajos, Alemania, Reino Unido y Francia, pero por encima de Italia y Portugal. Las cifras ponen en evidencia la tan temida brecha digital entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo.
Desde la perspectiva empresarial, el gran motor que impulsa la economía mundial, resultan también muy interesantes los datos que arroja el Estudio “Skills Revolution Reboot”, presentado por ManpowerGroup, en el Foro Económico Mundial. Las empresas de Alemania, Italia, Suiza y México se hallan entre las más avanzadas, mientras que las compañías españolas junto a las de Reino Unido, Francia, China o India aparecen en el grupo de las diez últimas.
Según este estudio, que ha contado con la participación de 26.150 directivos de empresas en 43 países, la pandemia por COVID-19 ha motivado que un 38% de las organizaciones en todo el mundo hayan acelerado sus planes de transformación digital y que el 86% de los directivos en proceso de digitalización haya afirmado tener planes de mantener e incluso ampliar el número de empleados. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar que al 45% de las empresas la crisis sanitaria no le ha influido a la hora de apresurar su digitalización.
De ambos informes podemos extraer una sólida conclusión que arroja luz a quienes tienen la responsabilidad de diseñar, elaborar y aplicar políticas públicas en una economía mundial en recesión: Debemos continuar apostando por una transformación digital de las organizaciones públicas y privadas que rompa con las desigualdades geográficas, dado que constituye una fuente de generación de nuevas oportunidades de empleo y un elemento fundamental para el aumento de la productividad, con la firme convicción sobre la urgencia y la necesidad de potenciar la formación -en todos los niveles educativos- en habilidades y competencias esenciales en un contexto de hiperconectividad en el que nos encontramos. Asimismo, no debemos olvidar las soft skills en un mundo que necesita personas resilientes, colaboradoras, creativas y con capacidad suficiente de liderazgo en cualquier proceso de transformación, también en el digital.
El Gobierno de España -teniendo en cuenta Índice de Digitalización de la Economía y la Sociedad (DESI) con datos de 2019 y publicado en 2020, que elabora la Comisión Europea y que sitúa a España en el puesto 11, como uno de los países que más avances a ha experimentado estos últimos años- ha presentado seis planes de digitalización vinculados tanto a las administraciones públicas como de las pymes y a reforzar las competencias digitales de la población, en el marco de la Agenda España Digital 2025. En ese primer horizonte temporal de hasta cinco años se prevé movilizar una inversión de 140.000 millones de euros, en pos de una transformación digital más profunda en nuestro país.
Siendo importante contar con políticas públicas que acompañen el cambio, no podemos dejar de señalar que la clave del éxito real estará en cómo se aplicará esa inversión en el sector público y en el privado y cuál será la efectividad de esas medidas, transparentando el destino y aplicación de los fondos en cada uno de los proyectos en los que se cristalicen esas políticas diseñadas por el Poder Ejecutivo.
Sin duda, la inversión en I+D+I es y será uno de los factores esenciales que no pueden perderse de vista si queremos que Europa, en general, y España, en particular, lideren la investigación y la innovación basadas en las tecnologías disruptivas que van a marcar nuestro futuro.