Educación Superior y Empresa en Andalucía
La conexión entre el nivel educativo y la prosperidad económica de las regiones es un asunto fuera de toda duda. A mayor educación, mayor prosperidad y bienestar económico y social. Resulta pues evidente la importancia de apostar por la educación en todas sus fases para conseguir mejorar el nivel de vida de las sociedades.
Centrándonos en Andalucía, debemos señalar el déficit existente entre las personas de 25 a 64 años con estudios superiores, de 6 puntos porcentuales respecto a la media nacional, dato que asciende a 9 puntos en los tramos inferiores de la misma banda de edad. De otro lado, si nos centramos en la formación profesional, observamos que la tasa de escolarización de ciclos formativos de grado superior es 5 puntos inferior en Andalucía respecto a la media nacional, en beneficio de los ciclos de grado medio. Ello nos lleva a considerar el déficit de cualificación existente en nuestro mercado laboral, y a explicar buena parte de nuestros males en términos de tasas de desempleo en Andalucía.
Aunque ello contraste con el elevado nivel y prestigio de muchas facultades andaluzas en el campo de la investigación y la innovación, en áreas como las ingenierías, no es menos cierto que el referido déficit relativo de cualificación respecto a otras áreas y regiones de nuestro entorno, perjudica a la postre y de manera importante el desarrollo económico y social de Andalucía.
Esta realidad debe ser entendida en clave del contexto económico de una región en la que, a pesar de representar el 15% de participación del tejido empresarial español, ocupando el tercer puesto después de Cataluña y de Madrid, solo existen, en términos de densidad empresarial, 58 empresas por cada mil habitantes, cuando la media nacional está en 70 empresas. Es llamativo en este punto resaltar que solo con que se consiguiera alcanzar la media nacional de densidad empresarial, se crearían más de medio millón de puestos de trabajo, recortando la tasa de paro regional en más de diez puntos porcentuales.
Una región, Andalucía, cuyo tejido productivo se caracteriza, entre otros factores, por el protagonismo del empresario individual frente a fórmulas societarias (57%); en el que 9 de cada 10 son microempresas (menos de 10 empleados); en el que uno de cada cuatro son del sector comercio y en el que el sector servicios absorbe el 80% de la actividad, minimizando el peso del sector industrial.
Considerando lo anterior, toda solución que pase por la promoción de una educación superior de calidad y excelencia, adaptada a la realidad y a las necesidades del sector productivo, irá sin dudarlo por la senda correcta. Esfuerzos como los realizados en el campo del emprendimiento y de la innovación por iniciativas como el RIS3 Andalucía 2020, o el Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación 2020, ayudarán a ello si se acierta en orientar sus fondos y recursos, de manera eficaz, a apoyar iniciativas innovadoras de cooperación universidad-empresa.
En cuanto a las instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas, deberán seguir trabajando en la senda de la apuesta por la innovación educativa, el uso de tecnologías 4.0 y la implantación de modelos pedagógicos de vanguardia, así como por la internacionalización y la adaptación de la oferta a las necesidades de las empresas en un mundo extremadamente cambiante y sin fronteras.