La exportación del modelo europeo de Educación Superior
Son crecientes las voces que ponen en solfa el proyecto europeo. La pérdida de identidad y de los sólidos referentes y fundamentos que sirvieron a los padres fundadores para poner en marcha la Unión Europea, sumada a los múltiples problemas que, en gran parte como consecuencia de lo primero, hacen peligrar el proyecto europeo, han traído como consecuencia el incremento de los llamados euroescépticos y el resurgir de los nacionalismos en Europa.
El acuciante y preocupante envejecimiento demográfico, la cuestión migratoria o la seguridad interior, son sólo algunos ejemplos de los diversos e importantes retos a los que, de forma decidida y urgente, deben hacer frente las instituciones comunitarias.
Sin duda, la Unión Europea debe reflexionar sobre qué quiere ser, aprender de los errores cometidos y, como dijera el Papa Francisco ante el Consejo de Europa, redescubrirse a sí misma. Todo ello desde la generación de una conciencia positiva que contrarreste el, para muchos, descrédito del proyecto europeo. Para ello será preciso reconocer los indudables avances que en esta parte del mundo se han llevado a cabo en materia de libertades, de avance social y de calidad de vida para sus ciudadanos.
Europa es vista por gran parte del mundo como el paradigma del progreso. Sirva como muestra la variedad de países acreditados en los congresos organizados por las instituciones comunitarias en los más diversos campos, en los que no es extraño ver a representantes de todos los continentes.
Centrándonos en el ámbito educativo, la Unión Europea es un referente para muchos países de nuestro entorno y de otras áreas del mundo. La mayor prueba de ello la tenemos en la creación en el 2010 del Espacio Europeo de Educación Superior, en donde un número importante de países extracomunitarios, entre ellos Rusia o Turquía, se sumaron a los 28 países de la Unión para participar en un modelo educativo común, hasta alcanzar en la actualidad un total de 48 países.
Otro ejemplo lo tenemos en el proyecto Alfa Tuning América Latina, mediante el cual los países latinoamericanos y caribeños decidieron sumarse al modelo de Educación Superior europeo. Es cuanto menos llamativo que el referente para estos países haya sido el modelo europeo y no el norteamericano.
Escribo este artículo regresando de Chile, tras ser invitado a realizar un periplo por diversas universidades locales con la finalidad de impartir unas conferencias sobre el modelo de Educación Superior en Europa. A lo largo del mismo he tenido la oportunidad de reafirmarme en el interés que dicho modelo despierta por estas latitudes.
Llama especialmente la atención la enorme disposición de estas universidades por asimilar los estándares europeos en este campo. Las orientaciones de la UE en materia de homogeneización curricular, los estándares de aseguramiento de la calidad o los modelos de movilidad, de formación dual o de cooperación universidad-empresa, son vistos desde estos países como orientación y guía para sus respectivas políticas educativas.
Esta condición de exportadores globales de un progreso real y sostenible para otras zonas del mundo, debería hacernos sentir orgullosos del proyecto común europeo y ayudarnos a eliminar de nosotros esa costra de pesimismo que últimamente parece invadirnos.