La necesidad de una diplomacia interna
Nos encontramos en plena conmemoración de la primera circunnavegación de la tierra. Una gesta de increíbles proporciones y consecuencias que cualquier país del mundo desearía hacer suya, por lo que supondría de ensalzamiento del sentir nacional.
España es el resultado de un esfuerzo colectivo inconmensurable e incomparable en la historia de la humanidad. Pocos países pueden presumir siquiera de aproximarse a tener una historia tan prolija y repleta de logros de relevancia mundial como el nuestro. Un país, España, con un actual nivel de vida y de desarrollo de las libertades que, con sus evidentes mejoras, debería en todo caso hacernos sentir orgullosos.
Sin embargo, lejos de valorar lo que tenemos y apreciar en su medida la suerte de ser españoles, hay importantes sectores de nuestros compatriotas que, o bien reniegan de todo aquello que tradicionalmente ha representado la esencia del ser español, o bien directamente quieren dejar de serlo.
Más allá del injusto tratamiento que muchas veces recibimos desde el exterior con motivo de la llamada “leyenda negra”, y en parte como consecuencia de ella, el problema del deterioro de la imagen de España está adquiriendo, cada vez más, una dimensión interna antes que externa, aunque una alimente a la otra.
Siendo la orientación natural de nuestra diplomacia la de velar por los intereses nacionales y por la imagen de España en el extranjero, cada vez se hace más necesario hacer lo propio, si cabe aún con un mayor esfuerzo, con la imagen interna de nuestro país.
Es triste comprobar que, a diferencia de lo que ocurre en otros países de nuestro entorno, dicha imagen interna va perdiendo enteros en ciertos sectores de la población, en los que crece la desafección por lo español. Aunque justo es decirlo, en otros sectores la tendencia parece la contraria, quizá como consecuencia del efecto acción-reacción, no deja de ser éste un factor preocupante cuyo origen, en gran medida, podemos encontrar en lo que se cuenta, o en lo que deja de contarse, de España en muchos centros educativos absolutamente ideologizados.
Dejando atrás el pensamiento de cada cual, la bandera nacional representa a todos los españoles, sean de donde sean y piensen lo que piensen. Es precisamente esa bandera, y el sistema constitucional que representa, la que nos garantiza el régimen de libertades del que hoy disfrutamos. Uno de los más desarrollados del mundo.
Es urgente pues reivindicar el orgullo de sentirse español, explicar fielmente nuestra historia en las escuelas, y realizar un mayor esfuerzo pedagógico por el desarrollo de la marca España también de puertas hacia adentro.
Precisamente, la denominada “Marca España” o, en la actualidad, “España Global”, tiene la misión de mejorar la imagen de nuestro país tanto en el extranjero como entre los propios españoles, divulgado sus aspectos positivos y dando la imagen de un país moderno, innovador y de talento.
Me consta el esfuerzo que se está realizando en este campo, y el dinero que se ha invertido en acciones tendentes a la mejora de la imagen de nuestro país entre nuestros propios compatriotas, recursos que otros países se ahorran por innecesario. Pero de poco servirá si entre nosotros sigue habiendo quienes se levantan cada día con la única obsesión de desprestigiar nuestro proyecto colectivo y su régimen de libertades.
Lo que nos estamos jugando es tirar por la borda el esfuerzo de tantos españoles, de toda tendencia ideológica, que durante toda la historia dedicaron su vida, incluso a costa de entregarla, por poder conformar el maravilloso y diverso país del que hoy disfrutamos y al que, como hijos de una misma madre, todos pertenecemos.