Nuevos retos y oportunidades para la economía
Ante la inercia y la rapidez con la que todo parece moverse en este nuevo entorno dominado por la conectividad y la extrema inmediatez de la información, es fácil caer en el cortoplacismo. La dificultad de plantearnos una visión estratégica a medio o largo plazo en un contexto de constante cambio, cuando pocos se atreven a vislumbrar siquiera el horizonte más próximo, solo puede ser contrarrestada con grandes dosis de imaginación, capacidad de adaptación y pensamiento innovador.
Cada vez en mayor medida, nuestra actividad profesional demanda respuestas, soluciones y decisiones inmediatas, en tiempo real. En consecuencia, lo urgente e inmediato prevalece sobre lo importante o estratégico. En nuestra actividad profesional queda poco espacio para la planificación y para pararse a pensar en lo que nos depara el futuro.
La tarea de predecir futuros escenarios se torna pues cada vez más ardua y compleja, considerando la alta variabilidad de los factores que condicionan nuestro entorno. A tal fin, el pensamiento analítico basado en la estadística, la minería de datos y la generación de modelos predictivos toman cada vez mayor carta de naturaleza frente a las predicciones meramente intuitivas, basadas en la experiencia.
Sea como fuere, dicho ejercicio resulta imprescindible cuando, como es el caso, nos disponemos a hacer frente a un nuevo ejercicio económico. Puestos a ello, armados de la necesaria dosis de intuición y de los recursos analíticos a nuestro alcance, deberemos ser capaces de analizar los factores de incertidumbre y los principales riesgos a los que nuestra empresa en particular y la economía en general deberán hacer frente.
Una economía, la española, que en la actualidad está experimentando un alto nivel de crecimiento del PIB y de generación de empleo, pero que, a su vez, se encuentra expuesta a no pocas tensiones y riesgos que deben ser tomados en consideración.
En el orden geopolítico, nuestra economía no es ajena a los riesgos que acechan a la Unión Europea, como el auge de los nacionalismos o el problema de la inmigración.
Como tampoco lo es a otros fenómenos de indiscutible alcance como el terrorismo internacional, las tensiones bélicas o prebélicas existentes en diversas partes del mundo, o la exposición a los riesgos financieros de carácter global.
A ello debemos sumar los propios desajustes de nuestra economía, especialmente en términos de competitividad, así como los derivados del envejecimiento de la población, la ordenación territorial de España o las carencias en materia educativa, entre otros, que, por su gravedad y relevancia, requerirían ser afrontadas de forma urgente y decidida.
Frente a estas amenazas, resulta imprescindible aprovechar la oportunidad que nos ofrece la nueva Industria 4.0 y apostar por la innovación inteligente en todos los procesos y sectores empresariales.
El potencial y el margen de mejora que tiene España, y Andalucía en particular, en este campo, es enorme. Para ello, será preciso apoyar de forma decidida cuantos proyectos empresariales lleven por bandera la promoción de iniciativas innovadoras y el favorecimiento del pensamiento innovador, muy especialmente desde el ámbito de la educación, en todos los niveles formativos. Desde la escuela hasta la universidad. Nos jugamos mucho en ello.