Historia nemónica
Mis orígenes en una ciudad costera y la tradición familiar me hicieron estar siempre cerca del mundo de la mar. Recuerdo las historias de mi abuelo sobre los galeones, a vela o a remo, que surcaban las costas de Huelva en busca de la abundante pesca o transportando aprovisionamientos para la ciudad. Ya no recuerdo los nombres de los barcos más emblemáticos, porque el tiempo se ha encargado de borrarlos de mi memoria. Recuerdo, eso sí, algunos de los trágicos hundimientos que vistieron de luto al pueblo entero, como el del “Santa Catalina”, el “Purita Pérez” o el “Islamar III”.
No cabe duda de que somos el resultado de nuestras experiencias vividas y sentidas, y nuestra memoria y nuestras emociones nos sirven de faro que nos orienta durante toda la vida.
Hace poco tiempo conocí una noticia que decía que, en Irlanda, en el Condado de Sligo, hay una ciudad llamada Grange que, cada año, rinde homenaje a los 1.000 marineros españoles que perdieron su vida frente a la playa de Streedagh el 22 de septiembre de 1588. Esta noticia me conmovió y busqué más información sobre ese hecho histórico.
Según narra la historia, en esas fechas, los buques “Lavia”, “Juliana” y “Santa María de Visón”, pertenecientes a la escuadra de Levante de la llamada Armada Invencible española, estaban allí enviados por Felipe II para luchar contra los ingleses, por lo que los habitantes irlandeses habían depositado su esperanza de libertad en ellos. Pero, no fueron los soldados de Isabel I de Inglaterra los que vencieron a las naves españolas, sino el fuerte temporal que azotaba la zona, que hizo que las tres naves se estrellaran contra las rocas y los bancos de arena que bordean la playa de Streedagh. En 1985 fueron hallados los restos de los tres buques en el fondo del mar.
Por ese motivo, a finales de cada mes de septiembre, la ciudad de Grange celebra el llamado “Remembering the Armada Festival”, en el que rinden homenaje a nuestros compatriotas que murieron frente a las costas irlandesas. En los días de dicha celebración cuelgan banderas de España por las calles y plantan unas mil cruces en la playa de Streedagh en recuerdo de los españoles que naufragaron allí.
En julio del pasado año tuve la oportunidad de visitar la playa de Streedagh y debo decir que fue fácil emocionarme por estar ante un escenario como aquel, pensando en lo sucedido cuatrocientos años antes y por el gesto de los habitantes de Grange que recuerdan año tras año a los náufragos de la Gran Armada.
Pero, igualmente, me es difícil entender como en nuestro propio país se vive permanentemente huyendo de su historia, renunciando a poder rendir tributo a todos nuestros antepasados que sentaron las bases de nuestra historia moderna a reconocer hechos históricos de inmenso valor. Es como si debiéramos tener que aceptar obligatoriamente los sentimientos de complejo, vergüenza, repulsión, remordimiento, rechazo… de todo aquello que conforma nuestra, mi, propia historia.
La historia deja de ser historia cuando se convierte en un instrumento ideológico sectario. La Historia ha muerto. ¡Viva la historia!