Naturam sequi
El naturam sequi (seguir la naturaleza), atribuido a Sócrates, ha atravesado la historia del pensamiento humano, dejando obras cumbres como De rerum natura de Lucrecio, les Essais de Montaigne, o los textos fundadores de las ciencias modernas durante la Ilustración.
A finales de los años ochenta, una parte de la izquierda europea –descompasada por el desmoronamiento del bloque soviético-, se refugió en un ecologismo beligerante y apadrinó una retahíla de movimientos pseudocientíficos que promovían la contraposición entre protección medioambiental y crecimiento económico, en una suerte de recreación del mito del buen salvaje.
Esta contraposición errónea, ampliamente superada a nivel político e institucional, perdura en una parte de la opinión pública y constituye la base de apoyos a propuestas extravagantes que, de tanto en tanto, emergen en distintas partes del continente.
La situación actual se puede resumir de la siguiente manera:
- La protección de la naturaleza es una necesidad imperativa y global, basada en hechos científicos. En efecto, la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas son una de las mayores amenazas a las que se enfrenta la humanidad en la próxima década. La misma tiene una relación de interdependencia con el cambio climático. Además, está comprobado que una naturaleza empobrecida y unos ecosistemas debilitados propician, entre otros males, la propagación de enfermedades infecciosas.
- La protección y la recuperación de la naturaleza son no solamente compatibles, sino imprescindibles para el crecimiento económico, ya que más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza. Seis sectores industriales – entre los cuales está el turismo- dependen de la naturaleza en más de un 50 % por su valor añadido bruto.
- La Unión Europea está llamada a dar ejemplo y liderar los esfuerzos de la comunidad internacional a la ahora de abordar este problema mundial, sobre todo, de cara a la preparación del nuevo marco global sobre biodiversidad de las Naciones Unidas previsto para el año 2021.
El pasado 20 de mayo la Comisión Europea adoptó dos estrategias muy relevantes sobre la biodiversidad y a favor de un sistema alimentario respetuoso con el medio ambiente, respectivamente. Las dos estrategias se refuerzan mutuamente y constituyen una parte fundamental del llamado Pacto Verde Europeo, esto es, la Hoja de Ruta para dotar la Unión de una economía sostenible, basada en el uso eficiente de los recursos, y a la vez competitiva.
Titulada “Reintegrar la naturaleza en nuestras vidas”, la estrategia sobre la biodiversidad tiene como objetivo afrontar las principales causas de la pérdida de biodiversidad –como el uso insostenible del suelo y el mar y la sobreexplotación de los recursos naturales, entre otras– mediante una serie de acciones y medidas concretas que, al mismo tiempo, van a crear oportunidades de negocio a efectos de la recuperación de la economía de la UE. Entre estas medidas, cabe destacar la conversión –de aquí al año 2030- de al menos el 30% de la superficie terrestre y el 30% de la superficie marina de Europa en zonas protegidas y gestionadas de manera eficaz.
Por su parte, la estrategia “De la granja a la mesa” pretende recompensar a los agricultores, ganaderos y pescadores que siguen prácticas sostenibles, facilitar la transición para los demás y crear nuevas oportunidades de negocio en el sector de la alimentación saludable y respetuosa con el medio ambiente. Entre las medidas propuestas, destaca la reducción drástica en el uso de pesticidas y la obligación de destinar el 25% de las tierras agrícolas a la agricultura ecológica.
La pandemia de COVID19 ha de ser un punto de inflexión en el proceso de reconciliación con la naturaleza, un proceso de cuyo éxito dependerá no solamente la recuperación económica, sino la vida de las futuras generaciones.