La educación inteligente, abriendo caminos
“Soy morena, y hermosa”(1:5).
Esta frase del Cantar de los Cantares, libro bíblico en un principio atribuido a Salomón, pero que fue escrito unos cinco siglos después, en torno al siglo V a.C., y que algunos autores vinculan metafóricamente con la sabiduría, nos ayuda a presentar nuevos horizontes para la educación desde la perspectiva de la innovación inteligente. La educación, a grosso modo, es percibida por muchos como “hermosa”, signo de diversidad y punto de referencia de todo cambio y transformación social, porque “para ir donde no sabes, has de ir por donde no sabes”, para llegar a la meta, se abrirán caminos donde no hay caminos.
La generación de ideas innovadoras, la búsqueda de nuevas soluciones en los diversos sectores económicos y productivos no puede dejar de lado un ámbito tan importante como la educación. Si la educación es la primera política del país como recoge el ‘Decálogo Cotec por la Innovación’, es, por tanto, necesario educar para innovar e innovar para educar. La innovación educativa constituye un instrumento para garantizar la participación ciudadana, la inclusión social y la igualdad de oportunidades. Por ello, es necesario un sistema educativo que estimule la innovación y el pensamiento crítico, que forme personas creativas e innovadoras, preparadas para el cambio y abiertas a procesos de aprendizaje permanente. Este desafío pasa por un cambio radical en el modelo educativo para que la ciudadanía asimile a lo largo de su vida nuevos conocimientos, capacidades y aptitudes, al servicio del bien común.
Desde una perspectiva universitaria, una cuestión a tener en cuenta es el peso de ciertos títulos universitarios frente al valor del conocimiento práctico, como por ejemplo el que se adquiere a través del uso de las nuevas tecnologías. En el mundo universitario hay que innovar con el ejemplo, impulsando cambios que incorporen la innovación en su organización, en sus procesos y en sus servicios. Generando conocimiento y transfiriéndolo al sector empresarial, formando con calidad y excelencia desde la proximidad al mercado laboral y a la sociedad.
Parece que todos los sistemas educativos modernos están orientados hacia la mejora permanente de la enseñanza y ésta, entre otros factores, se alimenta de las iniciativas de innovación pedagógica y de investigación, potenciando las buenas prácticas docentes, estimulando y valorando la innovación educativa como medio de participación en la mejora de la enseñanza; por ello, los frutos deberían de empezar a ser otros. Desde el punto de vista de la innovación educativa, como recoge el propio PAIDI 2020, hay que proponer la introducción de cambios innovadores en la práctica docente o en la vida de los centros para la mejora de los resultados y de los procesos educativos. Promoviendo la autoformación, el trabajo en equipo y las redes de profesorado, así como su implicación y participación activa en la búsqueda, adopción y consolidación de prácticas innovadoras. En su caso, habrá también que promover objetivos y actuaciones ajustados a las necesidades y a la diversidad de situaciones de aprendizaje del alumnado y recursos acordes a las posibilidades reales de los centros.
A lo largo de los próximos años, en el mundo educativo habrá que ir hacia una especialización inteligente donde potenciemos nuevos entornos que faciliten el cambio de mentalidad, rompiendo barreras que impidan introducir cambios en la estructura organizativa y experimentando nuevos horizontes. Al mismo tiempo, los recursos humanos han de disponer de las habilidades y del conocimiento necesarios para conseguir sus objetivos, quizás el mayor reto.
En el ámbito educativo, quien emprende ha de utilizar los recursos que ya existen, pero de una manera diferente. Sin duda, “un nuevo camino, donde no hay caminos”. La educación inteligente e innovadora sólo será posible si todos los implicados tienen acceso al conocimiento global, contribuyendo y nutriéndose de redes de innovación abiertas y accesibles a todos. Queda camino por andar.