Empresas y personas socialmente responsables
A nuestras empresas e instituciones, en este contexto en el que vivimos, ya no les puede bastar ofrecer un buen producto, servicio o actividad. Tienen que hace patente su compromiso con la sociedad, tienen que hacer fluir su relación con ella para no caer en un rechazo social, sostenido por las redes y los medios que exigen fidelidad a los valores que se comparten. Sin tener y compartir esos valores no hay futuro. Las cuentas cantan y reflejan lo que es cada uno, lo que representa cada empresa y su institución.
El futuro es de los empresarios y empresas que manifiesten conductas irreprochables, que se sitúen más allá de los clásicos tópicos. Por eso, es momento de introducir algunos de los ODS en la estrategia a corto, medio y largo plazo de la empresa; ello, sin duda, redundará en una mejora de la reputación de cada marca y una mejor percepción social. Las empresas socialmente responsables tienen que serlo y parecerlo, mucho más en el contexto de crisis actual. Es un reto y una gran oportunidad.
Da vértigo asomarse a las ventanas abiertas en el mundo digital y percibir que la crisis generada por el coronavirus nos lleva a situaciones complejas y muchas de ellas difíciles de sostener en el tiempo. Pero, no hemos de caer en el miedo, ya sabemos que el miedo nos hace cobardes y justamente lo que necesitamos ahora es valientes, personas y organizaciones que construyan y abran nuevos horizontes. El rumbo de la pandemia a nivel mundial y de la economía sigue siendo desconocido, a pesar de los avances. Algunos factores nos dan pistas para otear el futuro: la contención de la situación sanitaria, la conducta de los ciudadanos, las acciones para la reconstrucción o como se decida llamar.
Parece que la crisis actual está más en línea a la de principios de los ochenta y a la de los primeros años del nuevo siglo XXI. Hay una clave que nos puede dar alguna pista, la producción industrial que cayó en ambas crisis entre un 10 y un 15 %. Es este un dato objetivo a tener muy en cuenta para ver la evolución de la situación. Los rebrotes de la pandemia tendrán un papel importante en esta evolución; por eso, es esencial, por un lado, mantener las medidas de seguridad y distanciamiento social, y al mismo tiempo, activar los programas de acción social que se necesiten para que nadie quede atrás. Por esta razón, no debemos esperar milagros en la segunda parte de este año, por los datos y la realidad parece que no serán buenos. La clave es no caer en una contracción global de la demanda, si ello ocurre el problema a nivel nacional, europeo y mundial será otro y con otras consecuencias muy distintas a las previstas en la actualidad.
Mientras tanto, contemplamos desde la barrera, el partido de ping-pong entre las dos grande potencias: EEUU y China. Vivimos, sin duda, en un momento de confrontación, de una guerra no cruenta, donde ambos gigantes económicos se enzarzan en una batalla desde diversos campos: comercial, financiero, tecnológico, ambiental, legal y, en gran medida, cultural. Sin duda, el tiempo de pandemia en el que vivimos ha acelerado esta situación y nos lleva a un nuevo escenario donde será muy difícil volver a los equilibrios anteriores a la crisis, pero todo es posible.
Con este escenario, las economías de un mundo interconectado, y también la española, parece que sufrirán dificultades hasta que la pandemia acabe y recuperemos nuestras vidas, esto no llegará hasta que tengamos una vacuna accesible para todos. La desescalada dará sus frutos, pero quedan muchas incertidumbres por despejar. Lo que sí está claro es que los cambios sociales en marcha se mantendrán, más teletrabajo, el uso de mascarillas en el espacio público y una redistribución general de la población que generará una menor densidad de la población, de personas en el trabajo y en las ciudades.
A partir de ahora ya no es posible pensar solo en nuestro entorno, una sociedad que se cierra, que se aísla, puede quedarse rezagada y perder el ritmo de la historia. Parece que, en los próximos años, los países desarrollaran la resiliencia en su economía, en perjuicio del comercio mundial; pero el proceso de la globalización retomará su camino, porque este va siempre adelante, sin embargo este proceso necesita a empresas y personas socialmente responsables.