Humanizar la tecnología
El empresario americano del sector de la automoción Henry Ford mantenía que “el verdadero progreso es el que pone la tecnología al alcance de todos”. En plena crisis económica, en 2012, el 41% de los españoles contábamos con un smartphone. Sin embargo, en cinco años esta cifra se ha duplicado y, en la actualidad, más del 81% maneja uno. No sé si estamos ante un verdadero progreso, pero el dato objetivo ahí está.
En el mundo más desarrollado hemos cambiado de forma trepidante hábitos importantes en nuestra vida: el uso de las redes sociales, el acceso a Internet… Algo que preocupa es el uso de los smartphones por menores de 12 años: se ve como una epidemia por algunos, para otros como una oportunidad, la mayoría indiferencia o simplemente se deja llevar por los signos de los tiempos. Nuestra juventud, menores de 25 años, ha sucumbido al uso de los teléfonos móviles inteligentes. Acceden a Internet a diario un 93%, con el objetivo de realizar compras más de un 30% y para ver vídeos el 83% ‘online’, todo un cambio cultural que está modificando patrones de conducta, relaciones, profesiones… en niños, jóvenes y también adultos.
La relación entre los humanos y las nuevas tecnologías nos habla de la ciberantropología, que es una rama de la antropología sociocultural, situada más allá de la etnografía virtual o digital. Esto implica llevar los estudios antropológicos fuera de un contexto Offline, en contextos Online y en fenómenos tecnológicos como el uso masivo de dispositivos, entre los que podemos encontrar i-Pod, PDAs y todo tipo de Hardware, hasta la fusión del hombre con la máquina, como es el caso de los ciborgs, aunque de momento parece ciencia ficción llegará, todo un reto para nuestra civilización.
Está claro que los smartphones han cambiado la forma en que nos comunicamos, generando una cierta dependencia que hay que saber administrar, más allá de mirar el tiempo, la hora o el despertador. En definitiva, los smartphones y todas las nuevas tecnologías que estamos conociendo son en sí puras herramientas, sujetas a un buen o mal uso, lo mismo ocurre con Internet y todas las innovaciones que estén por llegar.
Estamos ante lo que algunos han denominado la era digital, que también ha llegado a la vida de nuestros hijos e hijas, que han de saber convivir e interactuar con esta avalancha de datos e imágenes en su ocio, en su formación, en su vida. Nuestro sistema educativo está integrando estas tecnologías a mucha velocidad, como la misma sociedad. Para integrarlas bien necesitamos una pedagogía creativa que ayude a interactuar, ya no basta cumplir con un programa, que también. Como tampoco Wikipedia puede sustituir a los docentes, ellos están llamados a inspirar, a ampliar horizontes, a recorrer nuevos caminos. Lo verdaderamente importante de cara al futuro, en este nuevo mundo que se alumbra, es construir robots y no parecernos a ellos.
La raíz griega de tecnología es téchne – arte. Aristóteles en la Ética a Nicómano se hace eco de ella como una de las cuatro formas de conocer el mundo. En el siglo XX, Heidegger nos dice que es a la vez el mayor peligro y la mayor opción para la humanidad. Por tanto, los efectos sociales de todas estas tecnologías hemos de analizarlos, comprenderlos y confrontarlos para que nuestra vida diaria mejore. Teniendo claro cuáles son los fines que tiene cada tecnología, evaluando el interés de estas innovaciones tecnológicas en quienes las utilizamos, manejándolas siempre en beneficio del ser humano, no en su contra, e inspirando a las nuevas generaciones.