Niños, mayores, perros y algoritmos
En las grandes ciudades, pero también en las medianas y pequeñas, el número de mascotas no deja de crecer. De hecho, en muchas es más fácil ver a un perro que a un niño. Los parques se pueblan de animales de compañía y de jubilados. En algunas ciudades, el número de niños de 0 a 4 años es la mitad que de perros. Esta es una clara referencia al cambio social en el que nos encontramos, en este invierno demográfico en el que vivimos en la vieja Europa y en la mayoría de los países desarrollados. Los perros no paran de aumentar, en muchos casos, más de 80 perros por cada mil vecinos, una subida de casi 5 puntos en los últimos años.
Es verdad que vivimos en un cambio cultural, un cambio de época. Los problemas económicos, laborales o de conciliación son los más comunes entre quienes no tienen un hijo hoy en nuestro país. No obstante, si las administraciones públicas impulsaran una verdadera política a favor de la familia y de la natalidad, se dispondría de más viviendas protegidas, porque, allí donde esto se cuida, la media de hijos se incrementa.
Este amor a las mascotas y esta bajada de la natalidad está provocando una situación singular: las guarderías tienen dificultades y, sin embargo, las residencias para nuestras mascotas son un negocio en crecimiento. Aumentan las residencias caninas para vacaciones, cuidadores que se anuncian por Internet, pero, también, servicios veterinarios, productores de alimentos, peluquerías o estilistas… Estamos, pues, en un claro e inquietante proceso de humanización de las mascotas, así éstas entran en restaurantes, cafeterías, librerías, comercios…
Y mientras tanto, la jubilación cada vez llega más tarde, crece la población activa entre los 65 y los 69 años y se duplican los nuevos contratos a mayores de 59. Cada vez vivimos más, tenemos mejor salud y también podemos trabajar durante más tiempo. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), en 2019 más de 160.000 personas de 65 a 69 años formaban parte de la población activa mientras en 2014 no llegaban 100.000 personas en este grupo.
Los autónomos, con más de 65 años, se apuntan también a la jubilación activa, llevando adelante su iniciativa empresarial y cobrando la pensión al mismo tiempo. Esta fórmula de jubilación activa ofrece la posibilidad de que el trabajador por cuenta propia se mantenga activo, permitiéndole tener un ingreso estable. Bien es verdad que entre los autónomos que trabajan con más de 65 años se dan circunstancias de verdadera supervivencia.
Sin duda, la calidad de vida que tenemos nos permite jubilarnos en un estado óptimo, pero para algunos puede significar un auténtico problema. Que sumado al incremento de las relaciones sociales y comerciales por Internet -un boom que tiene apenas ocho años- se generan nuevas posibilidades para todos. El comercio electrónico ha provocado grandes cambios en la sociedad y en la economía, con una oferta muy amplia, fácil y cómoda a la hora de adquirir con unos precios muy competitivos. Los algoritmos predicen nuestros gustos y nos ayudan a adquirir productos; es una revolución global para la que todavía no estamos suficientemente preparados. En la España vaciada estos mecanismos comerciales pueden ayudar a derribar barreras geográficas y, quizás, pueda suponer una nueva oportunidad para estos territorios, donde solo nuestros mayores, los inmigrantes y algunos aventureros se animan a vivir.
Menos niños, más mayores y mascotas, mayor concentración de población en grandes ciudades, acceso ilimitado a Internet, comercio electrónico… Muchos cambios y muy rápidos. Hace más de 25 años, el prolijo escritor castellano Miguel Delibes escribió su Diario de un jubilado donde nos hablaba de consumismo y de la ingravidez del fin de siglo que vive éste. Seguro que Delibes no se esperaba que, solo unos años más tarde, las mascotas duplicarían a los niños y los algoritmos se expandirían por los campos de Castilla; menos mal que nos quedan los jubilados, una sociedad de jubilados, de mayores…, una sociedad que tiene que replantearse muchas cosas. Necesitamos más niños, este es nuestro gran reto como sociedad, salir del invierno demográfico en el que estamos instalados.