Time to Action
La globalización, la digitalización, el progreso social y la calidad de vida, están entre los temas que preocupan y ocupan a científicos e investigadores, a la sociedad. Hace solo unos días el Informe España 2019 mantenía que la “tecnología ha dejado de ser un instrumento para convertirse en una parte fundamental del ecosistema personal y social en el que se desarrolla nuestra vida. No vivimos con la tecnología, vivimos en la tecnología”. A ello, se suma que vivimos inmersos en una crisis climática de graves consecuencias en el medio y largo plazo.
Madrid ha celebrado la gran Cumbre del Clima, tras intentos fallidos en Brasil y Chile. Durante 10 días de diciembre, cerca de 25.000 representantes de 200 países -incluidos jefes de Estado y Gobierno, organizaciones ambientales, empresarios y científicos- han tratado de lograr compromisos más exigentes y ambiciosos, a ver si es verdad, para controlar la temperatura del planeta y las emisiones de gases de efecto invernadero. Las generaciones futuras no tienen ni deben de soportar nuestra inacción e indiferencia frente a nuestra Casa Común. Parece que los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 abren nuevos caminos, pero se han de capilarizar y entretejer en nuestra instituciones y empresas, no se puede demorar más.
Unas de las materias primas más destacadas a nivel global, a pesar de su volatilidad, son los datos, el intangible por excelencia del siglo XXI. Europa compite con EE. UU. y China por su “soberanía digital”, el gran reto junto al climático de nuestros días. ¿Cuál sería el objetivo? Principalmente, impedir que los monopolios en el acceso y manejo de los datos se conviertan en una barrera. Nos jugamos mucho, la Unión Europea estima que los datos y la Inteligencia Artificial son los ingredientes para la innovación que pueden ayudarnos a encontrar soluciones a los desafíos sociales, desde la salud hasta la agricultura, pasando por la seguridad o la industrialización, no podemos dejar todo ello en manos de terceros, de lo contrario sufriremos una colonización digital sin precedentes y de impredecible futuro. Mientras tanto, el 92% de los datos generados en el mundo occidental están custodiados por empresas norteamericanas frente a un 4% en Europa; hay que tener en cuenta que las cinco mayores cotizadas del planeta son tecnológicas estadounidenses -Apple, Amazon, Facebook, Google y Microsoft-, difícil tarea.
Vivimos en un mundo que cambia de forma vertiginosa donde también la ciberseguridad es parte importante de nuestro futuro. Ya que el desarrollo tecnológico y, en particular el aprendizaje automático, ha generado una creciente preocupación, en poco tiempo será posible que la decisión de hacer uso de un arma o atacar la tome un algoritmo, es decir, que un simple algoritmo nos lleve a la guerra, a un conflicto de consecuencias trágicas.
Parece que caminamos entre tinieblas, pero en realidad crecemos entre luces y sombras, progresamos con rapidez entre vertiginosos avances, pero todavía estamos a las puertas de la próxima gran revolución, esta vez en la industria de la fertilidad, muy vinculada a la construcción de un mundo ideal y perfecto…, quizás otra amenaza. Estamos pues, ante un gran punto de inflexión, como recientemente señalaba el Bank of America Merry Lynch, la decadencia de la globalización, la fragilidad y volatilidad económica, un cambio demográfico radical y avances tecnológicos sin precedentes marcarán el rumbo del mundo a partir del 2020, iniciamos pues una década prodigiosa.
Tendremos que adaptarnos, teniendo claro que en el centro de toda esta abigarrada maraña de realidades complejas, el ser humano tiene que estar en el centro, y como apunta el Papa Francisco, “no hay que prestar atención a quien alimenta el miedo al otro y al futuro”, hay que mirar al futuro con esperanza, como subraya el lema central de la Cumbre de Clima en España, la COP25, Time to Action, suerte…